Brillantes matemáticos, cuyo genio ejerció mucha influencia, fueron también personas que desarrollaron la locura y terminaron suicidándose. Georg Cantor, cuyo trabajo sentó las bases de las matemáticas del siglo XX, creía que era el mensajero de Dios y enloqueció mientras trataba de probar sus teorías del infinito. La lucha de Ludwig Boltzmann para probar la existencia del átomo probablemente también le condujo probablemente al suicidio.