Nuestra relación con la destrucción no es sencilla. Puede liberar endorfinas y relajar la mente. Puede ayudarnos a regular las reacciones emocionales, pero puede amplificar nuestro enfado. ¿Puede calmarnos el romper violentamente cosas? ¿O simplemente volvernos más agresivos? Descúbrelo con Michael Stevens investigando sobre nuestro impulso para destruir.