Cada año en la Antártida da comienzo un emocionante y hermoso viaje. Cientos de miles de pingüinos emperador abandonan la seguridad del océano para adentrarse en la desértica tierra helada. Una región tan dura y extrema que ningún otro ser vivo se atreve a habitar. Toda la comunidad de pingüinos marcha a través de este difícil paisaje de hielo con resolución y valentía, conducidos por su necesidad de reproducirse. Tras decenas de kilómetros y tras poner un único huevo, la madre regresa al mar para comer mientras el padre se queda para incubar el huevo a la espera de que la madre regrese. El padre permanece 4 meses incubando y sin alimentarse. Cuando los pequeños nacen, la madre tan sólo tiene 48 horas para regresar o ellos morirán. Todo en condiciones extremas, con temperaturas de más de 40 grados bajo cero.
Tras decenas de kilómetros y tras poner un único huevo, la madre regresa al mar para comer mientras el padre se queda para incubar el huevo a la espera de que la madre regrese. El padre permanece 4 meses incubando y sin alimentarse. Cuando los pequeños nacen, la madre tan sólo tiene 48 horas para regresar o ellos morirán. Todo en condiciones extremas, con temperaturas de más de 40 grados bajo cero.