El filósofo Platón, seguidor de Pitágoras, insinuaba enigmáticamente que había una llave de oro que unificaba todos los misterios del universo.
Esta es la llave de oro a la que regresaremos una y otra vez a lo largo de nuestra exploración. La llave de oro es la inteligencia del logos, la fuente del OM primordial. Se podría decir que es la mente de Dios. Con nuestros limitados sentidos, estamos observando solo la manifestación externa de la mecánica oculta de la autosemejanza. La fuente de esta simetría divina es el misterio más grande de nuestra existencia.