En el s XIII, tras casi dos siglos de guerra santa, el titánico conflicto entre la cristiandad y el Islam conocido por la historia como Las Cruzadas, llegó a una decisiva conclusión. Un capítulo que a pesar de su dramatismo ha sido virtualmente olvidado. Al final, el destino de Tierra Santa no se decidió en Jerusalén sino en Egipto, y fue dictado por los mongoles sucesores de Gengis Kan y un esclavo musulmán, un guerrero aterrador olvidado por la historia occidental.