La directora Amy Berg contactó con el padre O’Grady, el más conocido pedófilo de la historia de la iglesia moderna, y milagrosamente le persuadió para que interviniera en el rodaje del documental. Utilizando su escalofriante testimonio, la película expone el alto nivel de corrupción de algunos miembros de la Iglesia Católica y recoge las desgarradoras experiencias de las víctimas". Se narra la historia del padre Oliver O’Grady, un depredador sexual compulsivo, carente de remordimientos, que usó su autoridad como líder religioso para violar a docenas de niños de familias católicas por todo el norte de California durante más de 20 años. A pesar de los indicios y las quejas de varios feligreses, la jerarquía de la Iglesia urdió un elaborado plan para enmascarar sus delitos y desacreditar a sus acusadores mientras trasladaban al padre O’Grady de parroquia en parroquia. Unos documentos internos de la iglesia demuestran que violó y sodomizó con el pleno conocimiento de sus superiores.