En este tercer episodio veremos como un velociraptor caza pterosaurios en un acantilado junto a una cascada. Un tiranosaurio con cicatrices de batalla cuida sus heridas y se encuentra con un recién llegado. Con su cuerpo emplumado y su pico de pato, un deinocheirus de ocho toneladas recorre un humedal asiático en busca de alivio frente a las molestas moscas que le pican. Una hembra de quetzalcoatlus construye y vigila su nido. Una madre masiakasaurio y su familia cazan cangrejos. Unos elasmosaurios entran en un estuario en busca de peces.
Explora como nunca antes con David Attenborough las maravillas de un mundo largamente perdido en esta épica serie. Viaja 66 millones de años al pasado, cuando majestuosos dinosaurios y extraordinarias criaturas recorrían las tierras, los mares y los cielos. En el primer episodio, una Tuarangisaurio preñada está en apuros y su cría puede sentirlo mientras recorre las aguas que son el hogar de los depredadores más mortíferos del océano.
Las plantas que se han desarrollado para prosperar en el desierto, incluidos los cactus que crecen a la sombra de otros árboles y recogen el agua en troncos plisados que se expanden y contraen, también pueden ser huéspedes de otras plantas, como el muérdago del desierto. El programa también revela cómo las plantas de tabaco que comen las orugas son capaces de convocar a los depredadores naturales de las criaturas, y cómo el cardo ruso rueda por el paisaje, y sólo se despliega y crece cuando encuentra lluvia.
Las plantas acuáticas crean algunos de los hábitats más bellos, extraños e importantes de la Tierra. Para sostenerse en los torrentes, algunas plantas utilizan una especie de pegamento. Otras están dotadas de armas feroces para librar titánicas batallas por el espacio. Otras forman esferas perfectas y escapan de los animales enemigos rodando. Donde los nutrientes son escasos, las plantas se convierten en cazadoras de animales, poniendo trampas e incluso capturándolos para asegurar su éxito. En este episodio exploramos con David Attenborough esos mundos acuáticos, desde Croacia hasta Brasil, desde Colombia hasta Tailandia, en lugares donde las flores de colores brillantes sofocan los lagos. En un río mágico de Brasil, el agua burbujea como el champán mientras las plantas crean la propia atmósfera.
Los humanos han mirado durante mucho tiempo el cielo nocturno, preguntándose si otras formas de vida e inteligencias podrían estar prosperando en mundos mucho más allá del nuestro. Pero en las últimas décadas, los telescopios ultrasensibles y un tenaz trabajo de detectives han transformado la búsqueda de planetas extraterrestres de ciencia ficción a un hecho real. Esperábamos encontrar mundos similares a los planetas de nuestro sistema solar, pero en cambio descubrimos un montón de mundos exóticos. Animaciones de calidad basadas en los datos del cazador de planetas más exitoso, el telescopio espacial Kepler, muestran estos mundos: planetas hinchados con la densidad del poliestireno, mundos inestables que orbitan dos soles a la vez y gigantes gaseosos a 1000 grados con cielos azotados por vientos titánicos. Pero quizás el descubrimiento más sorprendente fue la cantidad de mundos que pueden ser contendientes para una segunda Tierra, a la distancia adecuada de su sol para tener ese ingrediente tan crucial para la vida tal como la conocemos, el agua líquida. Entre otras cosas, somos testigos del descubrimiento más tentador de todos: una llamada 'súper Tierra', situada en la zona habitable, el área a la distancia justa de un sol para potencialmente albergar vida, y con una débil señal de agua en su atmósfera.
Una hembra de quetzalcoatlus construye y vigila su nido. Una madre masiakasaurio y su familia cazan cangrejos. Unos elasmosaurios entran en un estuario en busca de peces.