El Chicago Tribune, a finales de junio del 42, informa del asesinato masivo de judíos. Como muchos otros periódicos, el Tribune lo pone en la página 6 o 7 en un pequeño y diminuto artículo. O te lo pierdes, o si lo viste, dirías que los editores no creían que esto era verdad. Si pensaran que es verdad, estaría en las primeras páginas. Sólo algunos periódicos pusieron la historia en primera plana, incluido el Pittsburgh Courier. La idea dominante en el gobierno estadounidense es que cualquier acto de rescate será una desviación del esfuerzo bélico. Ambas cosas podrían haberse hecho al mismo tiempo. A pesar de eso, un grupo de funcionarios del gobierno apoya y financia las operaciones de rescate. Los soldados aliados comienzan a liberar campos de concentración y a encontrar fosas comunes. La opinión pública se da cuenta de la magnitud del Holocausto.
Los nazis habían perseguido implacablemente a los judíos alemanes y austriacos y redujeron sus derechos, expropiaron sus bienes, estrangularon sus medios de vida y los declararon parásitos, no ciudadanos. Y la noche
del 9 de noviembre de 1938, en la Kristallnacht, la Noche de los Cristales Rotos, Hitler desató turbas nazis contra los judíos en ciudades y pueblos de toda la recién expandida Alemania, con golpes, incendios, violaciones y asesinatos, con la esperanza de expulsarlos a todos de su país. Cientos de miles de judíos alemanes y austriacos ahora estaban desesperados por escapar de los nazis. Sabían que su única esperanza era huir a países europeos amigos o cruzar el océano hacia los Estados Unidos. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses están divididos sobre si intervenir o no contra Alemania. Algunas personas y organizaciones trabajan incansablemente para ayudar a escapar a los refugiados. Alemania invade la URSS e inicia en secreto el asesinato masivo de judíos europeos.
Los estadounidenses se consideran una nación de 'inmigrantes', pero mientras la catástrofe del Holocausto se desarrollaba en Europa, Estados Unidos se mostró poco dispuesto a abrir sus puertas a más de una fracción de los cientos de miles de personas desesperadas que buscaban refugio. A través de fascinantes testimonios de primera mano de testigos y supervivientes que de niños sufrieron persecución, violencia y huida mientras sus familias intentaban escapar de Hitler, esta serie profundiza en las trágicas consecuencias humanas de la indiferencia pública, la burocracia y las restrictivas leyes de cuotas en Estados Unidos. ¿Fracasó esta nación a la hora de estar a la altura de sus ideales? Esta es una historia a tener en cuenta. En el primer capítulo, una reacción xenófoba lleva al Congreso a restringir la inmigración. Hitler y los nazis persiguen a los judíos alemanes, obligando a muchos a buscar refugio. Franklin D. Roosevelt está preocupado por la creciente crisis, pero fue incapaz de coordinar una respuesta adecuada.
En el quinto episodio veremos desde fraudes con bebés de peluche falsos hasta el delito fiscal. Una persona se plantea si podría hacer ingresos de dinero a nombre de personas muertas. Resulta que si se puede. También veremos un intento de fraude de dos piratas informáticos al IRS: el organismo federal de Estados Unidos encargado de la recaudación fiscal. Estos hábiles hackers analizan los esquemas cibernéticos y terminan en el punto de mira de las autoridades.
Jennifer Griffith y Sarah Carver trabajaban para la Administración de Incapacidades y se dieron cuenta de toda esta corrupción de primera mano. Escribieron a la Administración de la Seguridad Social, escribieron a los abogados, escribieron al presidente de los Estados Unidos. Pero sus quejas no tuvieron eco hasta que se publicó el artículo del Wall Street Journal. Entonces, con la atención nacional puesta en Conn, el Senado, el FBI y la SS (que había estado permitiendo el fraude todo el tiempo) finalmente intervinieron. En este cuarto episodio final, Eric Conn hace que el gobierno busque una aguja en un pajar para incriminarle. Los efectos colaterales del fraude le pasan factura a una comunidad de Kentucky, ya de por sí en apuros.
La idea dominante en el gobierno estadounidense es que cualquier acto de rescate será una desviación del esfuerzo bélico. Ambas cosas podrían haberse hecho al mismo tiempo. A pesar de eso, un grupo de funcionarios del gobierno apoya y financia las operaciones de rescate. Los soldados aliados comienzan a liberar campos de concentración y a encontrar fosas comunes. La opinión pública se da cuenta de la magnitud del Holocausto.