En el extremo norte de nuestro planeta se encuentra el mayor hábitat terrestre de la Tierra, hogar de bosques cubiertos de nieve y de la gélida tundra abierta. Estas son tierras extremas que llevan a los animales a sus límites: en invierno son tan frías que gran parte del suelo ha permanecido congelado desde la última edad de hielo. Para tener alguna posibilidad de sobrevivir, los animales deben adaptarse de forma extrema: aquí una súper manada de lobos, de 25 miembros, se ha unido para enfrentarse a la única presa grande de la que disponen en invierno, el bisonte americano. En la tundra abierta, un zorro ártico debe buscarse la vida solo. Es un vagabundo y recorrerá muchos cientos de kilómetros en busca de pequeños lemmings, escondidos en las profundidades. La única forma de llegar a ellos es con una zambullida de cabeza. En el remoto extremo oriental de Rusia, un raro leopardo de Amur merodea por un bosque aparentemente vacío y cubierto de nieve. Con pocas presas disponibles, debe usar su ingenio para encontrar una comida. Sigue a los cuervos con la esperanza de encontrar carroña, pero no debe quedarse mucho tiempo, ya que comparte el bosque con un gran felino mucho más grande pero igualmente hambriento, el tigre siberiano. Con la llegada de la primavera, los bosques comienzan a descongelarse y la vida regresa. Bajo el suelo, emerge ahora un nido de pequeñas crías de tortuga pintada, que han permanecido congeladas en un estado de animación suspendida durante todo el invierno. Al norte, pasa un mes más antes de que el calor del sol bañe el suelo congelado de la tundra. Bajo tierra se encuentra una pequeña reina de las nieves, una abejorro de Laponia. Es la única superviviente de su colonia -el resto pereció en la helada invernal-, pero su gran tamaño, su cuerpo peludo y el anticongelante en su sangre le han permitido sobrevivir. Ahora tiene prisa. Debe alimentarse y criar a su prole en la breve ventana del verano, mientras las flores están floreciendo. Los búhos nivales también utilizan la tundra abierta para reproducirse: una pareja ha criado un nido lleno de mullidos polluelos. Con 24 horas de luz para cazar, los abnegados padres traen comida tras comida para su creciente cría. Pero un día regresan y encuentran el nido vacío. Hoy en día, el mayor reto de la tundra es el cambio climático. El calentamiento de los veranos está derritiendo el permafrost en las profundidades del suelo, provocando el deshielo y, en algunos lugares, el colapso de la tierra. Estos cambios también afectan a los animales. Los caribúes llegan en manadas de 200.000 individuos para criar a sus crías en los ricos pastos, pero el calentamiento significa que los mosquitos emergen antes y molestan a las crías antes de que hayan tenido la oportunidad de ganar fuerza. Los padres llevan a sus crías a tierras más frescas y libres de mosquitos, pero para llegar hasta allí deben cruzar ríos con mayor cantidad de agua de deshielo y escapar de los hambrientos osos pardos. Ellos, al igual que la mayor parte de la fauna de la tundra, están adaptados a vivir en los extremos, pero el desafío del actual calentamiento del clima podría ser un problema de más.
La Antártida es el más hostil de los mundos helados de la Tierra. Sin embargo, incluso aquí, en medio de algunas de las condiciones más difíciles del planeta, la vida encuentra una manera no sólo de sobrevivir, sino de prosperar. Nuestro viaje comienza en el extremo del continente, en sus lejanas islas subantárticas. Aquí nos encontramos con pingüinos rey que, para alimentarse en el mar, deben enfrentarse al peligro de las feroces focas leopardo que acechan en los bajíos. En otra isla, presenciamos por primera vez cómo los machos de albatros errantes de las Antípodas se asocian entre sí, ya que las hembras de su población están desapareciendo debido a la actividad pesquera. En dirección al continente antártico, atravesamos los mares más bravos de la tierra, el Océano Austral, donde encontramos la rara vez filmada ballena azul, el animal más grande que jamás haya existido. En el borde de la Antártida, el mar es tan frío que se congela, creando una plataforma de hielo vital para que una madre foca de Weddell pueda criar a su precioso cachorro. Sin embargo, ella necesita protegerlo de los machos agresivos. En primavera, la costa de la Antártida está libre de nieve, lo que atrae a miles de pingüinos barbijo que se reproducen. Las piedras son abundantes para construir sus nidos elevados y proteger a los polluelos del agua del deshielo. Pero los robos son habituales y, para empeorar las cosas, con el cambio climático nos encontramos hoy con polluelos que tiemblan de hipotermia debido a que el calentamiento de la Antártida implica un aumento del agua de deshielo. Otros residentes también se enfrentan a un futuro incierto, como las orcas que patrullan por las olas. Descubrimos que sus presas favoritas, las focas de Weddell, son ahora más difíciles de alcanzar, por lo que están recurriendo a presas mucho más resistentes, como las focas leopardo, un depredador supremo por derecho propio. Este dramático encuentro nunca había sido filmado. Al adentrarnos en el interior del continente, en el corazón helado de la Antártida, nos encontramos con grandes sorpresas. Esta es una de las regiones más volcánicas de la Tierra, y una de las más secas. Descubrimos inesperadas dunas de arena, escondidas en un raro valle sin hielo. Luego, en las cimas de las montañas expuestas, que sobresalen del interior, por lo demás cubierto de hielo, encontramos diminutos petreles de las nieves, que crían a sus polluelos más al sur que cualquier otra ave, y defienden su territorio usando vómitos como proyectil. La mayor revelación se encuentra en las profundidades del interior, bajo la superficie de un lago cubierto de hielo, donde descubrimos antiguas estructuras de aspecto alienígena, estromatolitos gigantes, construidas por formas de vida primitivas. Si la vida puede llegar aquí, en los extremos de la Antártida, se plantea la posibilidad de que la vida pueda existir en otros lugares, incluso en los lagos helados de planetas lejanos.
Sepp Blatter se enfrenta a una espinosa reelección. Mientras la FIFA busca restaurar su imagen, sigue habiendo interrogantes sobre su futuro. EL FBI empezó a investigar a la FIFA antes de la infame votación de 2010, pero en un año y medio de investigación no averiguaron casi nada, porque no tenían a nadie que les informara. Chuck Blazer era el hombre que necesitaban. Blazer ocupó varios puestos de alto nivel como directivo de fúbol en América antes de convertirse en informador del gobierno sobre la corrupción generalizada en el fútbol tras ser acusado de fraude masivo durante sus años como ejecutivo de la CONCACAF.
Tras las inesperadas victorias de Rusia y Qatar en las candidaturas a los Mundiales de 2018 y 2022, salen a la luz transacciones turbias que sugieren sobornos y traiciones. El emirato del desierto ha vencido a Australia, Japón, Corea del Sur y EE. UU. Según Obama, el organismo organizador ha tomado una mala decisión al elegir a Qtar antes que a EE. UU. Al mundo le impactó que Qtar 2022 hubiera ganado. Pero ¿cómo ganaron? O sea, ¿cómo sucedió?
Joseph Sepp Blatter obtiene una dudosa victoria como presidente de la FIFA. Mientras Sudáfrica es elegida como sede de la Copa de 2010, los rumores giran en torno al ejecutivo Jack Warner. La FIFA es muy poderosa porque tiene la Copa Mundial y los países hacen lo imposible para intentar que el Mundial sea en su país. Eso crea en el país una imagen que no se puede conseguir con ninguna otra cosa. El Mundial es el único evento del mundo que se retransmite en la mayoría de países. No creo que se te ocurra ninguna otra cosa que saque a la calle a millones. Y es la forma principal de la FIFA de ganar dinero. Debido al poder del mayor evento de fútbol que se celebra en el mundo cada cuatro años, la FIFA y el presidente de la FIFA tienen un poder real y mucha influencia sobre los países. Pero ese poder es una trampa que te puede llevar a la corrupción.
En la tundra abierta, un zorro ártico debe buscarse la vida solo. Es un vagabundo y recorrerá muchos cientos de kilómetros en busca de pequeños lemmings, escondidos en las profundidades. La única forma de llegar a ellos es con una zambullida de cabeza. En el remoto extremo oriental de Rusia, un raro leopardo de Amur merodea por un bosque aparentemente vacío y cubierto de nieve. Con pocas presas disponibles, debe usar su ingenio para encontrar una comida. Sigue a los cuervos con la esperanza de encontrar carroña, pero no debe quedarse mucho tiempo, ya que comparte el bosque con un gran felino mucho más grande pero igualmente hambriento, el tigre siberiano.
Con la llegada de la primavera, los bosques comienzan a descongelarse y la vida regresa. Bajo el suelo, emerge ahora un nido de pequeñas crías de tortuga pintada, que han permanecido congeladas en un estado de animación suspendida durante todo el invierno. Al norte, pasa un mes más antes de que el calor del sol bañe el suelo congelado de la tundra. Bajo tierra se encuentra una pequeña reina de las nieves, una abejorro de Laponia. Es la única superviviente de su colonia -el resto pereció en la helada invernal-, pero su gran tamaño, su cuerpo peludo y el anticongelante en su sangre le han permitido sobrevivir. Ahora tiene prisa. Debe alimentarse y criar a su prole en la breve ventana del verano, mientras las flores están floreciendo.
Los búhos nivales también utilizan la tundra abierta para reproducirse: una pareja ha criado un nido lleno de mullidos polluelos. Con 24 horas de luz para cazar, los abnegados padres traen comida tras comida para su creciente cría. Pero un día regresan y encuentran el nido vacío.
Hoy en día, el mayor reto de la tundra es el cambio climático. El calentamiento de los veranos está derritiendo el permafrost en las profundidades del suelo, provocando el deshielo y, en algunos lugares, el colapso de la tierra. Estos cambios también afectan a los animales. Los caribúes llegan en manadas de 200.000 individuos para criar a sus crías en los ricos pastos, pero el calentamiento significa que los mosquitos emergen antes y molestan a las crías antes de que hayan tenido la oportunidad de ganar fuerza. Los padres llevan a sus crías a tierras más frescas y libres de mosquitos, pero para llegar hasta allí deben cruzar ríos con mayor cantidad de agua de deshielo y escapar de los hambrientos osos pardos. Ellos, al igual que la mayor parte de la fauna de la tundra, están adaptados a vivir en los extremos, pero el desafío del actual calentamiento del clima podría ser un problema de más.