El ejército alemán se embarcó en la Operación Barbaroja, la invasión de la URSS, con total confianza en su superioridad. El Alto Mando estaba seguro que la victoria vendría tan rápido y fácilmente como en Francia. Al principio las tropas avanzaron rápidamente. Hubo, sin embargo, más bajas por el equipamiento de lo que se anticipó. La fuerza invasora se atascó en Moscú y la retirada fue un severo golpe sicológico para los hombres. Los soldados no estaban bien equipados para temperaturas tan bajas y sus máquinas no podían funcionar bien. La moral se hundió. Hitler ordenó que se mantuvieran firmes.
Los soldados y oficiales continuamente entraban en conflicto con su conciencia. ¿Cuanta libertad tenían cuando ejecutaban los planes criminales de Hitler? Los documentos que se aportan en este episodio demuestran que los generales eran conscientes de los crímenes de guerra en que estaban implicados y que algunos lo discutían casi compulsivamente. Crímenes como matar cualquier comisario soviético y matar a los judíos, incluidos los niños.
Entre los rangos de la Wehrmacht hubo una oposición limitada hacia Hitler. La mayoría de los oficiales inicialmente sintieron entusiasmo por la perspectiva de la guerra y estaban agradecidos a Hitler por haber mejorado en su carrera militar. Además, todos los soldados tenían que hacer un juramento de obediencia al Führer. Hubo, sin embargo, algunos oficiales que se opusieron a Hitler. Para algunos hubo razones morales y para otros las tácticas militares les hacían perder la guerra. Hubo muchos complots y atentados, el más conocido de Claus von Stauffenberg. Algunos soldados se negar a empuñar las armas y fueron fusilados, otros desertaron, otros sabotearon. Pero la mayoría de la Wehrmacht llevó a cabo las órdenes de Hitler incluso si eran actos de atrocidad.
La determinación de las fuerzas alemanas de seguir luchando a pesar de lo incierto de la victoria tuvo consecuencias desastrosas. Desde Normandía en 1944, la Wehrmacht estuvo a la defensiva en todos los frentes. Estaba claro para los generales que Alemania perdería pronto la guerra. Gerhard Graf von Schwerin Rindió la ciudad de Aachen a los norteamericanos para evitar un baño de sangre. Otros comandantes empujaron a sus soldados a luchar hasta el último hombre y esto fue aceptado por un gran número de soldados. Más de un millón de soldados alemanes murieron en 1945 solo en el frente occidental.