César, el más famoso de todos los romanos. Encantador, despiadado, oportunista y brillante, él depuso una república de 500 años de antigüedad e inauguró la era de los emperadores.
Nerón, caracterizado por su obsesión de llegar a ser un diós, con sus planes de convertir a Roma en una ciudad gloriosa, originó la bancarrota del Imperio. Se relata como se casó con su esclavo, mató a su amada esposa en una bacanal, y como fué finalmente destronado.
Cuenta la historia de la Revuelta Judía, que se desarrolló en Judea en el año 66 después de Cristo y amenazó con desestabilizar todo el imperio. Roma dispuso que el general Vespasiano y su hijo Tito controlaran la revuelta. Con espectaculares asedios y momentos de acción se describe la disciplina y el ingenio del ejército romano contra la pasión y el compromiso de los rebeldes.
Roma fue una vez una sociedad democrática, con elecciones regulares. Esta República duro 500 años. Tiberio Graco creía en los ideales de la República -imparcialidad, decencia y justicia para todos- y se horrizaba con el trato a los pobres de los aristócratas de Roma. Así que utilizó el poder de la muchedumbre en las calles de Roma, con desvastadoras consecuencias.
El emperador Constanino trajo el Cristianismo al mundo occidental. En el año 312 después de Cristo, Roma estaba en crisis. El imperio se había dividido en cuatro partes, cada una de ellas con su propio emperador que luchaba con el otro. Constantino intervino y reunificó Roma, usando el poder militar y una nueva religión: El Cristianismo.