Los grandes simios, incluidos chimpancés, organgutanes, gorilas y bonobos, parecen tener vidas emocionalmente ricas similares a las nuestras. Pero, ¿Cuán inteligentes son estos animales? Una nueva generación de investigadores están revelando una explicación de porqué estos grandes simios nunca han cruzado la línea que les separa de una cultura de estilo humano que se construya sobre los progresos de generaciones previas.

Cuando el Homo sapiens dominó el fuego hace cientos de miles de años, todo cambión. El fuego nos permitió cocinar los alimentos y calentarnos, y sirvió como un punto de encuentro para contar historias y compartir la identidad cultural entre los miembros de la comunidad. No hemos establecido todavía los parámetros de lo que significa ser 'humanos'. Parece que lo único que nos separa de los demás animales, pondera Neil deGrasse Tyson, es nuestra neurótica necesidad de sentirnos especiales. En los Salones de la Extinción, Tyson insiste que debería haber una clara distinción entre nosotros mismos y los animales para justificar que los comamos, los usemos para vestirnos y que incluso lo llevemos a su fin como especie.
Este episodio es una exploración del potencial humano para el cambio. Concluye con la historia de como uno de los tiranos más sanguinarios se trasformó en uno de los gobernantes más preclaros.

Fyre fue promocionado como un lujoso festival de música en una isla privada de las Bahamas, con actuaciones musicales de primer nivel, supermodelos en bikini y servicios pijos. Los organizadores ofrecían un evento exclusivo y en poco tiempo vendieron todas las carísimas entradas. Pero los invitados llegaron a la isla para descubrir que la realidad estaba muy lejos de esas promesas.

El intrepido aventurero Michael Palin viaja a través de la frontera Noroeste de Paquistán, comenzando por el paso de Khyber y terminando a 7 km del K2. Visitará un dentista callejero en Peshawar, irá a las carreras de toros donde será casi aplastado y finalmente cruzará por el paso de Lowari en el estado de Chitral.

En Estados Unidos, cada 17 minutos alguien es asesinado con un arma de fuego. Los políticos no parecen ser capaces de parar la violencia. Pero los epidemiólogos, los sicólogos y los informáticos que manejan grandes datos están descubriendo que el crimen por armas de fuego se expande como un virus y la ciencia puede ser capaz de parar esta expansión.