A partir de 1946, a la inmigración mexicana mayoritaria se unió la inmigración a gran escala desde Puerto Rico, Cuba, y la Republica Dominicana. El gobierno de Puerto Rico fomentó que más de un millón de sus ciudadanos emigraran, encontrando a menudo hostilidad y discriminación. Las tensiones étnicas explotaron en guerras de bandas que inspiraron películas como West Side Story, creando estereotipos de puertoriqueños empuñando cuchillos.

En los 60 y 70, una generación de mexicano americanos, frustrados por la persistente discriminación y pobreza, construyeron una nueva identidad chicana. César Chávez y Dolores Huerta marcharon por la igualdad de salario y de condiciones de trabajo. En libros y películas, Luis Valdez y Corky Gonzalez hablaron de la larga historia de los mexicanos en el Suroeste. En Los Angeles, Sal Castro abogó para que los estudiantes chicanos tuvieran las mismas oportunidades educacionales que los anglosajones. En Texas, José Ángel Gutiérrez creó un nuevo partido político. A finales de los 70, se incorporaron estudios latinos y chicanos en el currículo y los latinos se incluyeron en el proceso político.

En los 80, una segunda ola de refugiados de Cuba llega a Miami, junto con salvadoreños, guatemaltecos y nicaraguenses huyendo de asesinatos en masa en su países. En los 90 empieza un debate político sobre la inmigración ilegal. Con la globalización, la llegada de mexicanos alcanza cifras récord y se refuerza la vigilancia de fronteras con brote de anti bilinguismo y en alguno estados se criminaliza los inmigrantes ilegales. Mientras tanto, la Cultura Latina crea su marca propia en la música, el deporte, la política, los negocios y la educación.

El Dr Michael Scott viaja a Atenas para descubrir que el teatro, desde el principio, fue mucho más que solo espectáculo, fue una fuerza conductora en la historia y estuvo profundamente conectada a la democracia ateniense. De hecho, la historia del teatro es la historia de Atenas.

El Dr Michael Scott explora el dramático declive de Atenas y el destacable triunfo y transformación del teatro. Durante el siglo IV AC, Atenas perdería su imperio, su influencia e incluso su democracia. Pero el teatro, su invención, prosperaría a través del mundo griego y más allá hasta nosotros.