En este episodio de La Mesa del Chef, Virgilio Martínez nos mostrará sus sueños de dar a conocer el potencial de la cocina peruana. La pasión de Virgilio Martínez por la cocina nació a partir de una excusa: viajar. Costa, Andes y Amazonía Peruanas son explorados, aprovechados, recolectados, no destruidos ni depredados, son recorridos y son plasmados en pinturas paisajísticas, convertidas en platos que se sirven en su restaurante Central. Martínez empezó a cocinar motivado por su interés: en viajar y comerse el mundo en una época difícil para el Perú, en los años en que su generación no vislumbraba mayores esperanzas. La inquietud de Virgilio por la creación no tiene límites. Se plasma en el contacto que mantiene Virgilio con los guías y agricultores locales, la cosmovisión del campo y el respeto por el producto. Martínez no es un cocinero que va a saciar antojos. Al Central hay que ir con el paladar dispuesto y a encontrarse con ecosistemas inexplorados de un país que despierta la creatividad en cada uno de sus rincones.
Cada año, en los mares que rodean a Alaska, las ballenas jorobadas, los leones marinos y las orcas, entre otros, dependen de una explosión de vida marina, la proliferación del plancton. Este evento transforma estos mares en los más ricos de la tierra. ¿Pero sobrevivirán estos animales para disfrutar del gran festín? El sol estival enciende el crecimiento del fitoplancton, plantas microscópicas que proliferan en números tan grandes que eclipsan incluso a la jungla del amazonas en abundancia neta de vida vegetal. Estas plantas diminutas son la base de la cadena trófica para el resto de seres vivos, como las ballenas, que migran casi 5.000 km desde Hawai, perdiendo un tercio de su peso.
El cuarto episodio de la serie nos da una vista a ojos de pájaro de Suraméria, a lomos del cóndor en los Andes, con los guacamayos en el Amazonas, los petreles en la Patagonia, los colibríes cerca de Machu Picchu ... Exploraremos las líneas de Nazca, Rio de Janeiro y Santiago, las cataratas de Iguazú, e innumerables sitios inolvidables.
Una mirada al único hábitat que se forma cada año cuando el Amazonas se desborda sobrre un area de jungla del tamaño de Inglaterra. Se crea un mundo que es el hogar de tortugas, caimanes y nutrias gigantes, donde los peces vuelan por el aire y los delfines cazan entre las copas de los árboles.
Francisco de Orellana fracasó en encontrar El Dorado, pero descubrió el Amazonas. En 1541, un rumor extendido en Quito decía que tras las montañas había una tierra más rica que Mexico o Perú. El gobernante de esta tierra era tan rico que se cubría con polvo de Oro cada día y se lo lavaba cada noche. Por eso se conocía como El Dorado. En Marzo de 1541, marcharon hacia el este más de 200 tropas españolas y miles de siervos nativos.
La inquietud de Virgilio por la creación no tiene límites. Se plasma en el contacto que mantiene Virgilio con los guías y agricultores locales, la cosmovisión del campo y el respeto por el producto. Martínez no es un cocinero que va a saciar antojos. Al Central hay que ir con el paladar dispuesto y a encontrarse con ecosistemas inexplorados de un país que despierta la creatividad en cada uno de sus rincones.