Octavio presenta a su nueva prometida a su familia de una manera sorprendente: haciéndola que sea testigo del castigo que dictamina sobre Atia y Octavia por desafiar los convencionalismos sociales y no respetar el matrimonio entre Marco Antonio y Octavia. La vengativa Gaya lleva a cabo su plean para envenenar a Irene, lo que tendrá trágicas consecuencias para Tito. Mientras tanto, Octavio, Marco Antonio, Mecenas y sus asociados intentan figurarse quien entre ellos pudo hacer desaparecer el oro de Herodes.
Inconsolable por la muerte de Bruto en Filipo, Servilia planea su venganza final contra Atia. El rey Herodes consigue la alianza de Marco Antonio ofreciéndole un generoso regalo de 20.000 libras de oro.
Cicerón es asesinado por Tito siguiendo las órdenes de Octavio, que sigue purgando Roma de los seguidores de Bruto. Vorena continua con su peligrosa relación con un integrante de la banda de Mimeo, mientras que el tórrido romance entre Agripa y Octavia va escalando en intensidad. Aprovechando la purga de Octavio, Atia aprovecha para incluir en la lista de personas a eliminar a gente que simplemente no le gusta.
Después de recuperar a la familia, Lucio y Tito Vuelven al Aventino en Roma. Pero los niños manifiestan hostilidad y resentimiento. Mientras tanto, Octavio regresa para negociar con Cicerón asumir el cargo de Cónsul.
Sabiendo que los hijos de Lucio están vivos, Tito se dirige a encontrarse con él en la Galia, donde está sirviendo como soldado en el ejército de Marco Antonio. Espera llegar antes de la batalla contra Octavio, pero llega demasiado tarde. Pero encuentra a Lucio vivo y juntos se dirigen a encontrar a los niños. El victorioso Octavio planea su vuelta a Roma. En Turquía, Bruto y Casio amasan su propio ejército.
La vengativa Gaya lleva a cabo su plean para envenenar a Irene, lo que tendrá trágicas consecuencias para Tito. Mientras tanto, Octavio, Marco Antonio, Mecenas y sus asociados intentan figurarse quien entre ellos pudo hacer desaparecer el oro de Herodes.