Una visión elaborada y hermosa que ha ganado numerosos premios y nominaciones, con increíbles animaciones de fractales. Con sus palabras: El universo es vibración. El campo vibratorio es la raíz de toda verdadera experiencia espiritual y la investigacion cientifica. Es el mismo campo de energía que los santos, budas, los yoguis, místicos, shamanes, sacerdotes y videntes han observado al mirar dentro de si mismos. Se le ha llamado Akasha, la Primordial Om, la red de Indra de joyas, la música de las esferas, y miles otros nombre a traves de la historia". Es la raíz común de todas las religiones. Mundos Internos Mundos Externos fue creado por el director, músico y maestro de meditación Daniel Schmidt. Es una reflexión sobre sus propias aventuras en la meditación. Ayudado en su elaboración por su mujer Dametto y los ingenieros de animación Alexander Lauterwasser y Jock Cooper. El descubrimiento del Bosón de Higgs fue incorporado como elemento del filme.
El filósofo Platón, seguidor de Pitágoras, insinuaba enigmáticamente que había una llave de oro que unificaba todos los misterios del universo.
Esta es la llave de oro a la que regresaremos una y otra vez a lo largo de nuestra exploración. La llave de oro es la inteligencia del logos, la fuente del OM primordial. Se podría decir que es la mente de Dios. Con nuestros limitados sentidos, estamos observando solo la manifestación externa de la mecánica oculta de la autosemejanza. La fuente de esta simetría divina es el misterio más grande de nuestra existencia.
En la antigua Grecia, los templos de curación asclepianos reconocían el poder de la Espiral Primordial, lo cual está simbolizado por la vara de Asclepios. Hasta el día de hoy, este símbolo de nuestra energía evolutiva
se mantiene como el logotipo de la Asociación Médica Americana y otras organizaciones médicas en todo el mundo. La serpiente en dirección descendiente es la espiral manifestada, la energía evolutiva del mundo.
Vivimos nuestras vidas buscando la felicidad 'allá afuera' como si fuera una mercancía. Nos hemos convertido en esclavos de nuestros propios deseos y anhelos. La felicidad no es algo que pueda ser perseguido o comprado como un traje barato. Esto es Maya, ilusión, el juego interminable de la forma. En la tradición budista, Samsara, o el ciclo interminable del sufrimiento se perpetúa por el deseo de placer y la aversión al dolor. Freud se refirió a esto como el “principio del placer.” Todo lo que hacemos, es un intento de crear placer, para obtener algo que deseamos o para evitar algo que no es deseable, que no queremos. Incluso un organismo simple como el paramecio hace esto. Esto se llama respuesta al estímulo. A diferencia de un paramecio, los humanos tenemos más posibilidades de elección. Somos libres para pensar, y ahí radica el problema. Es pensar en lo que deseamos lo que se ha salido de control. El dilema de la sociedad moderna es que tratamos de entender el mundo no en términos de conciencia interna arcaica, sino cuantificando y calificando lo que percibimos como el mundo externo, a través de medios científicos y mentales. Pensar solo ha llevado a pensar más, y a formular más preguntas. Anhelamos conocer el secreto que crea el mundo y orienta su camino. Pero consideramos esta esencia como si estuviera fuera de nosotros. No como una cosa viviente e inherente a nuestra propia naturaleza. Fue el famoso psiquiatra Carl Jung quien dijo: 'aquel que mira hacia fuera, sueña, aquel que mira hacia adentro, despierta.' No tiene nada de malo desear estar despierto, ser feliz. Lo que está mal es buscar la felicidad fuera cuando solo se puede encontrar en nuestro interior.