De todos los objetos del Cosmos, planetas, estrellas y galaxias,ninguno es tan extraño, poderoso o misterioso como los agujeros negros. Pueden tragarse entera una estrella. Primero imaginados al teorizar, son la extraña solución a una ecuación, un enigma matemático. El mismo Einstein no podía aceptar su existencia como real y la gente no creyó en poder observar los agujeros negros durante muchos años. Lentamente, los científicos los investigaron observando los efectos que tenían en su entorno, y empezaron a surgir las evidencias de su existencia.
Hoy conocemos que los agujeros negros existen y ahora los científicos están tratando de confirmar otros agujeros en el hiperespacio. Nuestro Cosmos infinito podría contener una variedad de agujeros blancos, mini agujeros negros y agujeros de gusano. Los agujeros blancos son el reverso de los agujeros negros: en vez de que la materia sea absorbida, es ejectada fuera. Los agujeros de gusanos son compuertas en el tejido del espacio un del tiempo. Se deducen de las ecuaciones de campo de Einstein. Ni los agujeros de gusano ni los agujeros negros se han encontrado aún. Aprende sobre los nuevos descubrimientos, incluyendo los agujeros negros binarios colisionando y como fabricar mini agujeros negros.
Sam Neill lleva al expectador a viajes a través del Universo. En este episodio, hacemos una exploración del extraño y terrorífico mundo del monstruo definitivo del universo, el agujero negro. ¿Dónde están? ¿Está nuestro planeta en peligro?
El documental investiga la ciencia de los agujeros negros y explora las increíbles técnicas utilizadas para desvelar sus secretos. Los investigadores revelan el papel fundamental de los agujeros negros en la evolución de nuestro universo y en el de las galaxias, con nuevos hallazgos del telescopio espacial James Webb (JWST), del interferómetro por láser de ondas gravitacionales (LIGO) y experimentos análogos. El documental también presenta experimentos en la Tierra que imitan la física de los agujeros negros, ofreciendo información sobre su comportamiento. Aunque es posible que nunca observemos directamente el interior de un agujero negro, estos experimentos nos permiten poner a prueba la física teórica y obtener una comprensión más profunda de estos enigmáticos fenómenos cósmicos.
El centro de nuestra galaxia alberga un monstruo invisible de un poder inimaginable: un agujero negro supermasivo llamado estrella Sagitario A, con cuatro millones de veces la masa del Sol. Recientes avances astronómicos han confirmado no solo la existencia de agujeros negros como la estrella Sagitario A, sino que estos extraños objetos invisibles pueden ser los protagonistas galácticos definitivos. Las impresionantes imágenes generadas por ordenador nos llevan a presenciar los orígenes ardientes del agujero negro de nuestra galaxia hace 13.600 millones de años, cuando el universo primitivo albergaba enormes estrellas azules que, cuando se quedaron sin combustible, colapsaron bajo su propia enorme masa, aplastandose en un objeto tan pequeño y tan denso que perforó un agujero en la estructura del universo. Durante miles de millones de años, la estrella Sagitario A se dio un festín con el gas y las estrellas cercanas y con fusiones cataclísmicas con otros agujeros negros. Un descubrimiento revolucionario realizado por el telescopio de rayos gamma Fermi de la NASA ha demostrado que nuestro agujero negro tenía el poder de esculpir toda la galaxia, creando vastas burbujas de gas por encima y por debajo de nuestra galaxia e incluso protegiendo sistemas estelares como el nuestro. En una alucinante conclusión, Brian Cox revela cómo nuestra comprensión moderna de los agujeros negros está desafiando nuestros conceptos de realidad hasta el punto de ruptura. Al tratar de comprender el destino de los objetos que caen en la estrella Sagitario A, los científicos han llegado a una conclusión sorprendente: el espacio y el tiempo, conceptos tan fundamentales para la forma en que experimentamos el mundo que nos rodea, no son tan fundamentales como alguna vez pensamos.
El mismo Einstein no podía aceptar su existencia como real y la gente no creyó en poder observar los agujeros negros durante muchos años. Lentamente, los científicos los investigaron observando los efectos que tenían en su entorno, y empezaron a surgir las evidencias de su existencia.