En el juego de altas apuestas que es la escalada de grandes paredes, la Aleta del Tiburón en el monte Meru es el premio definitivo. En los orígenes de las aguas del sagrado río Ganges en la India, la Aleta del Tiburón ha visto más intentos fallidos por escaladores de élite en los últimos treinta años que ninguna otra ascensión en el Himalaya. "Para conquistar el monte Meru, dice Jon Krakauer, autor de Into Thin Air, no puedes ser sólo un buen escalador de hielo, no puedes ser sólo un buen escalador de altitud. Ha derrotado a tantos buenos alpinistas que podría derrotar a todos durante todo el tiempo. El Meru no es el Everest. En el Everest puede contratar a Sherpas para que corran riesgos. Es una manera de escalar totalmente diferente".

El Segundo episodio explora los desafíos de cazar en el Ártico, el lugar con los mayores cambios estacionales de la tierra. Para los predadores, esto significa que todos los parámetros de la caza -las condiciones, las estrategias, la presa- cambian también. La única opción para el lobo, el zorro ártico y el oso polar es adaptarse a su mundo cambiante, aprovechando los buenos tiempos y soportando los malos tiempos.

En 1942, a través de un horrendo proceso de ensayo y error, estos Nazis crearon algo enteramente nuevo en la Historia: fábricas de matar, capaces de asesinar a millones. Pero hubo también héroes. Con la escalada de la matanza en Auschwitz y Treblinka, hubo personas que mostraron un enorme valor, como el oficial alemán Albert Battel, que arriesgó su vida para salvar a los detenidos.

El cuarto episodio sigue a las ballenas, tiburones, leones marinos, fragatas, delfines y albatros para revelar las estrategias que usan para cazar sus presas en el mar abierto. El océano es un inmenso desierto que cubre más de la mitad de nuestro planeta y en su mayor parte está deshabitado. Los predadores se enfrentan a una búsqueda sin descanso para encontrar comida, aunque aquí habitan algunos de los más destacables cazadores del planeta.

En el cuarto episodio de la serie, los testigos oculares nos cuentan como los que dirigían Auschwitz rellenaban sus bolsillos con las riquezas robadas a los judíos recluidos, mientras también estaban implicados en otros negocios ilícitos.