El profesor Brian Cox busca comprencer la naturaleza del tiempo y su papel como creador tanto del universo como de nosotros mismo. Desde un extraordinario calendario construido en Perú, exploramos los ciclos del tiempo que definen nuestra experiencia de vida. Ninguno de ellos pueden compararse con la vasta extensión del tiempo cósmico. El tiempo no se caracteriza por la repetición sino por el cambio irreversible. Veremos la historia de la evolución del cosmos, desde las primeras estrellas que finalmente originará la destrucción del propio universo y el fin del tiempo mismo. Sin esta invitable destrucción el universo estaría sin la mayor de todas sus maravillas: El breve momento en el tiempo en que la vida existió.

Ewan y Charley prosiguen su viaje hacia Perú y el paisaje es simplemente hermoso. Nuestro dúo tienen ahora como objetivo llegar a Machu Picchu. De este modo se cumplirá el sueño de la infancia de Ewan, que siempre había deseado visitarlo. El siguiente objetivo es Cutivireni, una comunidad indígena Ashaninka en la selva amazónica, donde hay un programa de reforestación para limitar el problema del calentamiento global y los efectos relacionados.

En este episodio de La Mesa del Chef, Virgilio Martínez nos mostrará sus sueños de dar a conocer el potencial de la cocina peruana. La pasión de Virgilio Martínez por la cocina nació a partir de una excusa: viajar. Costa, Andes y Amazonía Peruanas son explorados, aprovechados, recolectados, no destruidos ni depredados, son recorridos y son plasmados en pinturas paisajísticas, convertidas en platos que se sirven en su restaurante Central. Martínez empezó a cocinar motivado por su interés: en viajar y comerse el mundo en una época difícil para el Perú, en los años en que su generación no vislumbraba mayores esperanzas.
La inquietud de Virgilio por la creación no tiene límites. Se plasma en el contacto que mantiene Virgilio con los guías y agricultores locales, la cosmovisión del campo y el respeto por el producto. Martínez no es un cocinero que va a saciar antojos. Al Central hay que ir con el paladar dispuesto y a encontrarse con ecosistemas inexplorados de un país que despierta la creatividad en cada uno de sus rincones.