Lucio controla el Aventino con el terror, enemistándose con los otros capitanes de bandas. Los intentos de Tito para poner sensatez son interpretados como desobediencia, creciendo la tensión entre ambos hasta llegar al enfrentamiento. Atia convence a Marco Antonio a que se haga gobernador de Macedonia tras su periodo como cónsul, pero ve cómo sus planes descarrilan tras el manifiesto de Cicerón al Senado.
Sabiendo que los hijos de Lucio están vivos, Tito se dirige a encontrarse con él en la Galia, donde está sirviendo como soldado en el ejército de Marco Antonio. Espera llegar antes de la batalla contra Octavio, pero llega demasiado tarde. Pero encuentra a Lucio vivo y juntos se dirigen a encontrar a los niños. El victorioso Octavio planea su vuelta a Roma. En Turquía, Bruto y Casio amasan su propio ejército.
Después de recuperar a la familia, Lucio y Tito Vuelven al Aventino en Roma. Pero los niños manifiestan hostilidad y resentimiento. Mientras tanto, Octavio regresa para negociar con Cicerón asumir el cargo de Cónsul.
Cicerón es asesinado por Tito siguiendo las órdenes de Octavio, que sigue purgando Roma de los seguidores de Bruto. Vorena continua con su peligrosa relación con un integrante de la banda de Mimeo, mientras que el tórrido romance entre Agripa y Octavia va escalando en intensidad. Aprovechando la purga de Octavio, Atia aprovecha para incluir en la lista de personas a eliminar a gente que simplemente no le gusta.
Octavio presenta a su nueva prometida a su familia de una manera sorprendente: haciéndola que sea testigo del castigo que dictamina sobre Atia y Octavia por desafiar los convencionalismos sociales y no respetar el matrimonio entre Marco Antonio y Octavia. La vengativa Gaya lleva a cabo su plean para envenenar a Irene, lo que tendrá trágicas consecuencias para Tito. Mientras tanto, Octavio, Marco Antonio, Mecenas y sus asociados intentan figurarse quien entre ellos pudo hacer desaparecer el oro de Herodes.
Atia convence a Marco Antonio a que se haga gobernador de Macedonia tras su periodo como cónsul, pero ve cómo sus planes descarrilan tras el manifiesto de Cicerón al Senado.