Esta premiada serie revela las fascinantes historias detrás de famosas obras de arte. Las obras estudiadas son tan familiares como misteriosas. Detrás de cada una de ellas hay relatos con revoluciones, guerra, choques de egos, escándalos sociales, disputas financieras y violencia. Un Domingo por la tarde en la Isla de La Grande Jatte es una obra maestra y a la vez un enigma. Parece una tranquila escena en un parque de París, pero hay pistas escondidas si sabes donde mirar. El aspecto más destacable de este cuadro es la técnica de Seurat con su revolucionario puntillismo.
Nació en Groot-Zundert, Holanda y pasó sus primeros años como tratante de arte, maestro y predicador en Inglaterra, Holanda y Bélgica. En 1881 empezó su periodo como artista, cuando acudió a estudiar arte a Bruselas. El paisaje francés fue una influencia principal en su vida y su trabajo estaba dominado por las sombras, los colores de la tierra. En París desarrolló un estilo de pinceladas individual y su uso de los colores le dieron fama. En Arles comenzó su crisis mental que le llevó a un asilo en 1889, donde continuó pintando hasta que se suicidó un año después.
En otra época la cocina francesa era dominada por la cocina animal. Pero ahora, los vegetales tienen un papel central en algunas de las cocinas más respetadas de París. Para los chefs de Ludo Lefebvre Alain Passard e Iñaki Aizpitarte, los vegetales ofrecen un potencial ilimitado, la oportunidad de cocinar con productos de temporada, de ese día, de ese momento. La huerta es el lugar donde los ingredientes de algunos de los platos favoritos de Ludo Lefevbre son cultivados y recolectados. Para los los chefs de hoy en día, sus horticultores son tan respetados como sus carniceros. En este episodio, Ludo explora los vegetales, la huertas y su uso para preparar sus menús. También descubriremos como el terreno es tanto un lugar como un sabor.
Un Domingo por la tarde en la Isla de La Grande Jatte es una obra maestra y a la vez un enigma. Parece una tranquila escena en un parque de París, pero hay pistas escondidas si sabes donde mirar. El aspecto más destacable de este cuadro es la técnica de Seurat con su revolucionario puntillismo.